“Nunca es demasiado tarde” es una frase que se ha utilizado tanto, que parece un tópico o una frase hecha… pero puede haber universidad más allá de los 25, doy fe.
Al acabar el bachillerato, es común la sensación de desconcierto, de sentirse abrumados ante tanta información: estamos en una sociedad en la que no nos enseñan a pensar por nosotros mismos durante 18 años, donde no se ha dado credibilidad a nuestras opiniones y de pronto, parece que estamos a punto de tomar en ese momento, una decisión que marcará el resto de nuestras vidas.
Esto y otros factores hacen que, aunque muchas personas sí que toman una “buena” decisión (entre comillas, pues es subjetivo), en muchos casos no tomamos la decisión pensando en nosotros mismos. En ocasiones (inconscientemente) otorgamos las riendas a otras personas (lo hacemos a través de sus opiniones y relatos de experiencias personales) cuando, al fin y al cabo, esas personas no van a vivir nuestras vidas por nosotros… pero puede que, en ese momento, aún no nos hayamos dado cuenta de lo que eso significa.
El problema entonces es ¿qué pasa cuando queremos volver a estudiar? Muchas veces, hayamos o no acabado la primera carrera, nos damos cuenta de que nuestra vida no es todo lo satisfactoria que podría ser. Nos decimos a nosotros mismos que deberíamos haber estudiado lo que realmente nos apasionaba “cuando era el momento” … pero nos lo decimos porque es lo que nos han hecho creer. En realidad, todavía es el momento. ¡El momento, lo eliges tú!
En estas ocasiones, es habitual que nos encontremos en una situación en la que ya estemos trabajando, ya tenemos “nuestra vida” … y parece que no haya nadie dispuesto a tendernos una mano para ayudarnos a reemprender nuestros estudios. Entramos entonces en una especie de espiral de culpa. Puede que en la empresa donde trabajamos, no nos den ninguna facilidad, sino al contrario. La familia puede que entienda que ya “tienes tu vida” y que no piense siquiera, o no entienda, que puedas necesitar esa ayuda que, en ocasiones, se agradecería tanto. El resto de personas, puede que simplemente piensen que nos estamos complicando la vida.
A veces, llega un momento en el que te das cuenta que la vida que estás viviendo no es exactamente tu vida. Esto, a la larga, tiene consecuencias, seguro.
Hay una realidad: una gran cantidad de personas volvemos a estudiar más allá de los 25 años.
Es difícil, pero no imposible. Cuando empezamos a informarnos, encontramos muchas personas en nuestra misma situación. Encontramos tantas historias diferentes... Encontramos tantas “excusas”, tantas “imposiciones” y tantas “trabas” que es imposible no acabar de convencerse de que se estás en el camino correcto: el que tú has elegido.
Lo primero que hay que tener en cuenta es si tenemos o no posibilidad de ir de manera presencial a la universidad. Hoy en día, gracias a internet, disponemos de universidades online que nos permiten estudiar sean cuales sean nuestros horarios o nuestro lugar de residencia. Estas universidades no ofrecen todos los estudios existentes, pues algunos, por sus características, no podrían ser viables en este formato… sin embargo, puede que, si miramos, nos sorprenda que los estudios que buscamos están en su oferta. La ventaja de este formato es clara: podemos conectarnos cuando queramos y des de donde queramos. El inconveniente es que hará falta mucha fuerza de voluntad y muchas ganas.
Por otro lado, hay personas que aún con las dificultades que ya hemos comentado, no encuentran los estudios que desean en este formato, o simplemente quieren ir a la universidad en su formato presencial. Eso sí, para esta opción deberemos tener en cuenta los horarios laborales, familiares y/o de otras obligaciones que podamos tener. La ventaja será que las clases estarán estructuradas, de manera que no nos obliga a tener tanta disciplina como la opción anterior. El inconveniente es combinar los horarios.
Sea cual sea la opción que elijamos, se puede estudiar más allá de los 25… y a la edad que queramos, en realidad. Des de aquí animo a todas las personas en esta situación a hacerlo, a perseguir aquello que desean. ¡Con esfuerzo, dedicación e ilusión, se puede!
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