Son muchas y muy diversas las razones por las que uno quiere viajar y participar en programas de intercambio. Razones académicas, profesionales, emocionales y vitales, todas ellas igual de válidas y todas ellas igual de reales. Caminos diferentes, escogidos por personas únicas, pero que en algún momento se conectan en la corriente del autoconocimiento.
Este tipo de experiencias son una ayuda para todos nosotros. Vivimos en un sistema complicado donde lo más natural y ancestral, se esconde, es enrevesado o se deshumaniza. Algo tan vital como “volar del nido” se ha vuelto difícil de conseguir. Volar no implica solamente tener autonomía económica, independizarse… es también encontrarse, entenderse y aceptarse así mismo de manera que cada paso que se dé cuente de verdad, pues serán pasos basados en la individualidad de cada uno (pasiones, gustos, experiencias vividas) para luego compartir todo ello con otros.
Al haber tantas personas, tan singulares pero tan mimetizadas bajo las mismas reglas, es difícil volvernos más individuales, separarnos de lo que nos han enseñado, de lo que nos da protección y valorar lo que en lo más profundo de nuestro ser queremos en la vida. Hay quienes lo tenemos más fácil. Si has sentido alguna vez que no encajabas en lo que la mayoría sí, enhorabuena, tienes parte del camino hecho. El hecho de poner en duda o no creer lo que la mayoría dice por haber vivido situaciones que demuestran lo contrario generan un ego débil pero una seguridad enorme al sentirse libre. De lo contrario, tu ego tenderá a ser más fuerte pero te dará más miedo esa sensación de libertad y el camino que te lleva a ella. No somos tan monopolares, nos movemos entre esas dos aguas, pero sí tiramos más hacia un lado que hacia otro. Seas como seas, da igual porque acabaremos bastante nivelados al final.
Los programas como Erasmus, empujan a esa autonomía, te brindan la oportunidad de emprender el camino a nuestro interior. Es algo muy inconsciente, no es algo que a priori haya que meditar demasiado. Comienzas a vivir la vida de manera que te centras en tus necesidades y en nadie más. Eso te deja ver lo que realmente quieres y lo que no, lo que necesitas y lo que no. Al mismo tiempo, rodearte en un ambiente nuevo y con personas con las que quizás antes no hubieras conectado, te enseña nuevos aspectos de la vida, nuevos puntos de vista y nuevas experiencias, las cuales te harán reflexionar sobre tu forma de actuar en ciertos aspectos y te invita a modificarlos si ya no se amoldan a tí o no te hacen falta.
Lo mismo ocurre cuando decides irte a trabajar en el extranjero. Hay veces en las que no todas las oportunidades se encuentran cerca de lo que ha sido nuestro hogar, nuestro círculo de confianza en general, por lo que cada vez somos más los que optamos por esta opción, ya sea de manera temporal o indefinida. Al principio la adrenalina nos empuja fuerte y al mismo tiempo el miedo nos frena, sintiéndonos algo atascados, extraños y desubicados, pero al igual que ocurre con el Erasmus, viviremos todos esos cambios internos los cuales cambiarán el rumbo de nuestra vida; nos abrirán mil puertas y la mente también, consiguiendo finalmente fuerza y vitalidad.
Os aconsejo que antes de partir os informéis bien sobre cómo funcionan en el país de destino. Lo ideal sería conocer o contactar directamente con gente que viva allí o leer artículos en blogs personales. Si conocéis a las personas conocéis el lugar. En los programas de intercambio una de las finalidades es descubrir y conocer, por lo que esto no es necesario. Pero cuando decides trabajar fuera decides amoldarte al otro lugar, acomodarte y encontrar una vida allí.
Por otra parte, no os aferréis solamente a lo económico o a planes de futuro muy a largo plazo, buscad calidad de vida poniendo atención en cómo os gusta funcionar y cómo funcionan en el país al que vayáis.
En las dos opciones de viaje, te sorprenderás a ti mismo de la cantidad de habilidades escondidas que tienes, capacidades que hasta ese momento no las has puesto en práctica por el simple hecho de que no se ha dado la ocasión. Te dejarás llevar si dejas de lado tus miedos; en ese momento aflorarán todo tipo de pensamientos y emociones que antes no habías tenido. Es ahí cuando tu mente comienza a desencadenarse y es ahí cuando viene la necesidad del proceso de meditación por principios que se derrumban, emociones que se contradicen y pensamientos que nos cuesta razonar. Se abre la ventana del autodescubrimiento para nunca jamás cerrarse.
Vivas lo que vivas en esta experiencia, es un camino en el que conoces y te conoces. Algo más que necesario. Algo vital que todas las persona deberíamos vivir. Seguramente conoceréis la frase de moda que dice así: “sal de tu área de confort”. Este viaje te da la oportunidad de hacerlo. Todos tenemos un área de confort. Lo necesitamos para sentirnos seguros y tranquilos. Pero es necesario salir a veces de ahí, aunque sea para deshacerse de miedos pasados y llenarnos de alegría, nuevas expectativas y motivaciones, consiguiendo así una zona más amplia y con más conocimiento.
Yo te animo a que lo pruebes si tienes oportunidad de hacerlo. Sea como sea el viaje te garantizo que algo extraordinario comenzará a aflorar en ti.
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