Estudias, te gradúas, te sigues formando, sigues estudiando, buscas trabajo y nada. Entonces te preguntas, y ahora ¿qué? Empiezas a analizar la situación y pasan mil opciones por tu cabeza: ¿emprendo un proyecto? ¿Au-pair? ¿Busco un trabajo temporal hasta que encuentre mi trabajo de ensueño? ¿Prácticas? ¿Me sigo formando? ¿Cambio de ciudad? ¿Me voy al extranjero? Todas esas preguntas llenan tu cabeza, mientras sigues en casa de tus padres y te empiezas a cuestionar si el diploma que colgaron orgullosos en la pared, junto a la orla, sirve realmente de algo.
Pues ahora es el momento de detectar las oportunidades y aprovecharlas al máximo, salir de nuestra zona de confort, explorar y aprender todo lo posible. Es el momento de probar suerte, de iniciar proyectos, de arriesgarse. Piensa, si no es ahora ¿cuándo?
Yo encontré mi oportunidad tecleando “prácticas de marketing digital”, y esas cuatro palabras me han llevado a África. Tras la búsqueda encontré la web de AIESEC, una organización que ofrece oportunidades de liderazgo e intercambios profesionales internacionales. Empecé a informarme y al poco rato, sin ser muy consciente de lo que estaba haciendo, ya había aplicado para unas cinco vacantes. Pasaron los días y, sinceramente, no me esperaba una respuesta. 23 años, graduada en Comunicación Audiovisual, postgraduada en Diseño de videojuegos y con conocimientos de Marketing digital. Ya había mandado cientos de e-mails y no había obtenido respuesta la mayoría de las veces, así que disculpadme si no era muy positiva.
Pero esta vez fue diferente y al par de días me encontraba en pleno proceso de selección para unas prácticas como encargada de marketing en Cabo Verde ¡Oh, dios mío! ¡Cabo verde! Lo tuve que buscar en el mapa para estar segura de su localización. Tras varias entrevistas fui informada de que seguramente sería seleccionada, y en un par de días recibiría una respuesta formal. Y así fue. No os podéis imaginar todo lo que generó aquel e-mail de enhorabuena: alegría, ganas, miedo y muchísimas preguntas. Me armé de valor, informé a mi familia, y en menos de un mes estaba en un avión asustadísima e ilusionada. Las más de cinco horas de vuelo las aproveché para analizar la situación, pues me esperaba un gran reto: África, una cultura totalmente diferente, una lengua que no entendía, hacerme cargo de un departamento en el que no tenía experiencia profesional, enfrentarme a todo ello prácticamente sola… vale, ahora estaba realmente asustada.
Los días fueron pasando poco a poco y actualmente llevo dos meses en Bonako, la start-up en la que trabajo. Desarrollamos aplicaciones y videojuegos que transmiten la cultura africana, y nuestro objetivo es el de ser un referente entre los desarrolladores de toda África. Hablo en primera persona del plural porque me siento una más de esta familia. Con los días fui afrontando los retos, las montañas se convirtieron en peldaños que había que subir, y a día de hoy puedo decir que está siendo una de mis grandes experiencias, tanto a nivel profesional como personal. Estoy aprendiendo portugués, nuevos conocimientos de marketing, a formar parte de un equipo y me he dado cuenta de mi gran capacidad de adaptación. Ahora solo me asusta pensar que en un par de semanas terminará mi aventura y tendré que volver a casa, aunque con la maleta mucho más llena de experiencia.
Hay millones de oportunidades ahí fuera, yo encontré la mía en África, la tuya puede estar en cualquier parte.
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