La Universitat Jaume I de Castellón no es la más grande, la más prestigiosa ni la que mejores instalaciones tiene. Y a pesar de ello la amarás (y odiarás) desde el primer hasta el último día.
El mejor consejo al pensar en la universidad es no seguir consejos. Quizás tras leer esta frase, tú, curioso y asustado “novato”, sientas ganas de cerrar la pestaña y buscar información de verdad. No lo hagas. Primero porque este texto no te decepcionará. Segundo, porque no encontrarás lo que buscas.
Empezar la universidad es empezar una nueva vida, más allá de dónde estudies, qué estudies o cuánto estudies. Aunque semejante a lo vivido con anterioridad, nada será igual. A pesar de que puedas imaginar lo que vendrá después, créeme si te digo que no lo será. Tus años de carrera los recordarás siempre y automáticamente miles de personas, recuerdos y situaciones volverán a tu mente durante el resto de tu vida.
La UJI (Universitat Jaume I) de Castellón es un gran campus compuesto de pequeñas facultades, que a su vez se componen de miles de personas con millones de pensamientos. Como planteamiento no está nada mal, ¿verdad?
Pero antes, una pregunta: ¿logras ubicar a Castellón en un mapa? Si lo buscas en Google tendrás problemas para hacerlo: los casos de corrupción, las polémicas deportivas y un aeropuerto fantasma serán los primeros resultados. Y eso que estamos hablando de una ciudad no demasiado grande, con poco más de 170.000 personas.
Si la ciudad fuera un ser humano, la UJI compondría sin ninguna duda su cabeza. Es allí donde se ejercitan las neuronas, escuchan los oídos, se mira todo y se habla. Se habla mucho. Situada además en la zona norte de la ciudad, su campus, repleto de jardines y zonas comunes, la convierten en un espacio perfecto para que este “cerebro humano” pueda pensar con claridad.
En un sitio tan acogedor dan ganas de estar. Aunque nadie ha dicho que tenga que ser estudiando. La gran biblioteca (tu futura casa, anótalo) ha visto siestas, cumpleaños y más anécdotas que no pueden ser descritas en este artículo (otra nota, tendrás que descubrirlas). La cafetería será tu refugio entre clases, mientras que en los meses de primavera mancharás de verde tus pantalones en el césped universitario. ¿Las clases? No, de eso no hablaremos aquí (de nada, querido lector).
Y vamos a salir de la UJI, que hay más vida más allá de la cabeza. Si vamos bajando veremos como el corazón se sitúa en el centro de la ciudad, con grandes plazas, estrechas calles mágicas, tiendas diminutas donde perderse y bares. Muchos bares. Ah, y no te asustes con las estatuas: la culpa es de un tal Ripollés, pero si te portas bien con ellas pueden incluso convertirse en tus amigas.
Del corazón pasaríamos a las caderas, que se mueven al ritmo de la Calle Lagasca: allí se concentran los locales de ocio, por los que tendrás que hacer acto de presencia si quieres aguantar hasta el último día de carrera.
Y como no, las piernas. Llámalas Parque Ribalta o Parque Rafalacena, porque será allí donde te muevas y te mantengas en forma. Unas carreritas al atardecer y unas risas después de la cena están aseguradas.
Y como esto llega a su fin, te aconsejo que sigas mi consejo de no seguir consejos. Porque ahora es el momento de descubrir. Descubrir una nueva ciudad, una nueva universidad, una nueva vida y, créeme, un nuevo tú. Castellón te espera y no suele decepcionar.
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